En estos tiempos de crisis, donde los noticiarios nos bombardean con "primas de riesgo", déficits, rescates, recapitalizaciones bancarias, amenazas de "corralitos"..., es muy conveniente - un jarro de agua fresca - leer un libro como Alicia en Wall Street. Luis Allúe, ha escrito en forma de parábolas y de diálogos socráticos, una obra de fácil lectura, llena de sentido común y de Sabiduría con mayúscula, clara y asequible, sincera, impregnada de buenos valores, sobre un tema muy importante: como debemos gestionar los ahorros para hacernos cargo de nuestro futuro financiero con responsabilidad y eficacia.
A lo largo de sus páginas circulan distintos personajes, que no voy a revelar, que mientras acompañan a una muchacha adolescente en su recorrido por Wall Street, recalcan la cultura del esfuerzo, del ahorro, de la responsabilidad, de la visión a largo plazo, de la austeridad y la generosidad. Al leerlo, me vino a la cabeza un consejo que dio Einstein a sus hijas antes de morir: "Usar poco para vosotras, pero dar mucho a los demás".
A lo largo de sus páginas circulan distintos personajes, que no voy a revelar, que mientras acompañan a una muchacha adolescente en su recorrido por Wall Street, recalcan la cultura del esfuerzo, del ahorro, de la responsabilidad, de la visión a largo plazo, de la austeridad y la generosidad. Al leerlo, me vino a la cabeza un consejo que dio Einstein a sus hijas antes de morir: "Usar poco para vosotras, pero dar mucho a los demás".
Las cartas de tres grandes inversores - Jose Antonio Suárez, Marco Lanaro y Pablo Martínez Bernal - al final del libro también merecen mucho la pena, así como el apéndice que este último ha escrito sobre otro legendario inversor: Charlie Munger.
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