jueves, 23 de abril de 2009

Antonio Tabucci

Tabucci es uno de mis autores favoritos. No sólo por cómo escribe, sino por el buen aroma que destilan sus libros, y las buenas vibraciones que te dejan cuando los terminas.



"Sostiene Pereira" - que lleva como subtítulo "una declaración" - es una obra maestra: el argumento, los personajes, la forma de contarlo... El viejo periodista de sucesos a cargo de la nueva página cultural del Lisboa es un personaje entrañable: gordo, enfermo, que habla con el retrato de su esposa muerta de tisis, viviendo a sus años una lucha personal por tomar una postura distinta y de mayor riesgo frente a la vida... El doctor Cardoso, que ayuda a Pereira en esta labor, es otra persona que te encantaría tener de amigo. Y así sucesivamente: Manuel, el camarero del Orquídea, Marta, la novia de Monteiro Rossi...


De esta novela, o declaración como acertadamente la define Tabucci, pues es una declaración contra la censura, o lo que es peor, la autocensura y el mirar para otro lado, también se hizo una estupenda película interpretada por Mastroianni en el papel de Pereira.

miércoles, 15 de abril de 2009

Baza de espadas

Esta inconclusa obra de Valle Inclán, que termina su trilogía "El ruedo ibérico", fue publicada por entregas en el periódico madrileño El Sol entre enero y marzo de 1932, y no apareció como libro hasta 1958, cuando el autor llevaba más de veinte años muerto.



Es, sin duda, un magnífico ejemplo de novela histórica, en la que se mezclan de continuo personajes reales e imaginarios, y que permite conocer mejor que muchos tratados de Historia lo que fue la España Isabelina, las Guerras Carlistas, los pronunciamientos, las conspiraciones sin fin de nuestro siglo XIX. También hace incursiones sobre el movimiento libertario europeo: en la tercera parte del libro - "Alta mar" -, que ocurre en un vapor que navega de Gibraltar a Londres, viaja también Bakunin acompañado de un elenco de exiliados, golpistas, bailadores, chulos..., y se aprovecha para hacer disquisiciones muy acertadas sobre el comunismo, el anarquismo y los movimientos sociales. 



Pero lo que más me ha llamado la atención en esta nueva lectura de la obra - la anterior fue hace casi 40 años, al final de mi bachillerato -, es el dominio del lenguaje del autor, su maestría y facilidad no solo para usar palabras y construir frases, sino para inventar vocablos de un grafismo y una exactitud proverbiales. Algunos ejemplos:



- ... hacía frunces al hocico con husma arratada...


- ... volvio a escrutar las nubes que enlutaban el cerco de la luna...


- ... el vate arqueó las cejas con un gesto inflado de circunloquios.


- la viuda, con garabateo de los ojos y juegos del abanico, engatusó de lejos al amelcochado capitán.

- ... la arboladura mecía sus cruces en mundos de estrellas...

- .... lloraba a popa un acordeón de emigrante.

Os animo a que lo leáis, pero en una tarde de vacaciones, sin prisas, tumbado en una hamaca, a la sombra de un árbol, para poder disfrutar bien su prosa poética.

miércoles, 1 de abril de 2009

La primera persona

He vuelto a leer "Matar un ruiseñor" de Harper Lee, galardonada en su día con el Pulitzer. Lee, gran amiga de Truman Capote, es otra escritora de una sola novela, una más del elenco de magníficos autores que han pasado a la historia de la literatura con un solo libro publicado.
Escrita en primera persona por Scout, una niña de seis o siete años, está ambientada en un pueblo agrícola de Alabama durante la Gran Depresión, y es un enternecedor alegato contra el racismo, los prejuicios, el fanatismo religioso y la ignorancia en general.

Escribir en tercera persona permite al autor considerar todos los puntos de vista: relatar no solo acontecimientos sino pensamientos, sentimientos, divagaciones históricas, explicaciones varias... El escritor es un ser omnisciente que todo lo conoce y todo lo anticipa. En cambio, la primera persona le encuadra por necesidad en la mente y en la vida de un solo personaje, y desde allí tiene que describir el mundo con sus propias limitaciones, prejuicios, emociones...

Esta novela, llena de buenos sentimientos y de alegría de vivir, relata un mundo cruel visto desde una perspectiva inocente y confiada, donde todo parece un juego. Recuerdo también la magnífica película que se hizo sobre esta novela, con Gregory Peck en el papel del abogado viudo Atticus Finch, el padre de Scout, y una actriz cuyo nombre no recuerdo, en la piel de Calpurnia, la sirvienta de color, y amiga, de la familia.

Mis dos novelas publicadas hasta la fecha están escritas en tercera persona, pero la siguiente lo será en primera persona.
Os deseo que tengáis unas buenas vacaciones de Semana Santa, con buen tiempo y todo eso, y si os animás que cojais este libro, o alquiléis la película en el video club.