viernes, 13 de enero de 2012

El Baile de la Victoria

Javier me trajo de Chile un libro estas Navidades: Siútico, un ensayo magníficamente escrito por Oscar Contardo, subtitulado Arribismo, abajismo y vida social en Chile.

Desconocía esta palabra: siútico, así que busqué la definición en el diccionario de la RAE, y dice: "coloquial de Bolivia y Chile. Dicho de una persona: que presume de fina y elegante, o que procura imitar en sus costumbres o modales a las clases más elevadas de la sociedad".

Siútico es un libro ingenioso, divertido, mordaz, ácido... Sorprende el lenguaje, las palabras usuales en ese país y aquí desconocidas: chancho, cesante, pacos, pololo, cachativa, lucas, puchacay... expresiones: "me vale callampa", "la mansa mi sorpresa"

Luego fui a la biblioteca y saqué El Baile de la Victoria de Skármeta, un libro escrito sobre el Chile reciente. Personajes entrañables, el veterano Vergara Grey - imposible olvidar la película de Trueba con Darín interpretándolo -, o inolvidables secundarios: el Enano Lira, o el asesino al que seguían los perros, o la Viuda.

Al final os dejo con una frase que dice el sabio Vergara al chico joven antes de entrar a reventar la caja fuerte:
"Es decir, en la vida se da junto lo grande y lo pequeño. Pero como estamos siempre viviendo en lo pequeño no alcanzamos a darnos cuenta de qué parte de lo grande es lo pequeño que hacemos".

domingo, 8 de enero de 2012

Con el agua al cuello

Estas navidades mis hijos me regalaron esta novela de Petros Márkaris. Ambientada en la Grecia actual: la de la crisis del euro, los recortes sociales, las manifestaciones callejeras continuas, la emigración de talento a otras latitudes con mejores perspectivas..., consigue no solo mantener el interés y la tensión de una buena trama policiaca, sino poner un toque humano - unos rostros y unas vidas - detrás de las frías noticias del déficit y de los complicados, y fallidos a veces, rescates de la llamada troika (UE, FIM y BCE).

El protagonista - el comisario Kostas Jaritos - recuerda a Montalbano de Camilleri o al entrañable Brunetti de Donna Leon. Son personajes con cara y ojos: que tienen familias, amigos, inquietudes, problemas de conciencia, defectos, aficiones, fobias..., pero que luchan cada día por mejorar las cosas en su ámbito de actuación. El autor, además, se nota que se mueve cómodamente en materias económicas y financieras, pero con la virtud de hacerlas comprensibles y amenas.

En nuestro país se echan en falta este tipo de libros, que entretienen, pero que al mismo tiempo nos hacen pensar; que ponen en negro sobre blanco la realidad social, y las dificultades y los pequeños heroísmos con los que las personas sobrevivimos y tiramos para adelante cada día.