viernes, 7 de mayo de 2010

Historia de un alemán

Hay lecturas que te producen un impacto, que al terminarlas tienes la sensación de haber comprendido algo importante, de haber entendido las razones de sucesos que hasta entonces parecían absurdos. Eso me ha pasado al leer Historia de un alemán, de Sebastián Haffner.

Con este libro -que se podría definir como un ensayo biográfico- he encontrado respuestas a cuestiones como: ¿qué puede conducir a un pueblo a la locura colectiva?, ¿qué implicaciones tienen esos hechos históricos en la forma de pensar y las actitudes de la gente de hoy?

Escrita en primera persona, abarca el periodo 1914-33; empieza con un protagonista niño, justo al comienzo de la Gran Guerra, y termina con su autoexilio cuando las nazis alcanzan el poder -a través de unas elecciones, no lo olvidemos-.

Recomiendo en especial el capítulo en el que se describe el periodo de hiperinflación (1923). Cito: "en agosto el dólar alcanzó el millón de marcos. Lo leímos con la respiración ligeramente entrecortada, como si se tratara de un increíble récord. Dos semanas más tarde..., el dólar multiplicó su velocidad de ascenso por diez, y su valor comenzó a aumentar rápidamente en unidades de cientos y luego de miles de millones. En septiembre el millón no tuvo ya ningún valor y el millardo se convirtió en unidad de pago. A finales de octubre fue el billón. Entretanto se produjo un suceso terrible: el Reichsbank dejó de imprimir billetes".

Este suceso dejó totalmente desorientada, y arruinada, a la clase media alemana de la época, y contribuyó a lo que sucedió diez, veinte y treinta años después. Todavía hoy en día los alemanes tienen un temor primigenio a la pérdida del valor del dinero.

Ahora también vivimos una época convulsa, pienso que en parte por la enorme transferencia de poder económico e industrial desde el primer mundo hacia Asia: una especie de choque de placas tectónicas que necesitan ajustes, provocan terremotos y erupciones, conllevan costes y sufrimientos - y los que quedan por venir -, pero afortunadamente lo estamos logrando por medios pacíficos, sin una guerra global.

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