Muchísima gente, a todas horas, en todos los sitios: en las calles, en el campo, en los desagües malolientes, en los monumentos. De Agra a Delhi, 260 km de autopista invadida todo el rato por miles de personas. Conducir una locura: coches sin luces, circulando en sentido contrario, camellos tirando de carros, vacas, algún elefante, familias enteras haciendo equilibrios en una scooter japonesa... Muy pocos turistas: costaba ver occidentales, incluso en palacios de los Maharajás.
Cuatro impactos: (1) misa en la catedral de Udaipur el sábado 27 de diciembre: cuatro gatos, casi todos niños y monjas, rito con gran influencia India; (2) vista del Taj Mahal: desde lejos, desde cerca, por dentro; (3) visita con la superiora a la casa de la Madre Teresa en Agra: 8 hermanas y unos pocos voluntarios para atender a varios cientos de ancianos, deficientes mentales y niños abandonados; (4) recorrido por la mezquita principal de Delhi el viernes 2 mientras se preparaba una manifestación de protesta.
Un libro que os recomiendo, que trata con maestría esa dualidad entre la India del outsourcing, de las multinacionales, de millonarios y hoteles de lujo asiático, y la pobreza, la miseria, el caos continuo: "El tigre blanco" de Aravind Adiga, primera novela de un escritor que promete.
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